Desde hace muchos años se ha
vivido un conflicto político en Colombia que distancia a las personas al
separarlas en grupos o "partidos", según sus ideales, proyectos,
posturas y hasta estratos sociales. Este conflicto se fortaleció durante una de
las épocas más sangrientas del país: la Guerra de los Mil Días (1899 – 1902).
Esta guerra se caracterizó por un enfrentamiento irregular entre el ejército
gubernamental (en un principio nacionalista, después conservador) bien
organizado y un ejército de guerrillas liberales mal entrenado y
anárquico.
El final de la guerra marcó un
periodo sombrío para el país y a una relativa calma que duró casi medio siglo.
Sin embargo, a finales de los años cuarenta la violencia incrementó debido al
bipartidismo para luego salirse de control y dar paso después al conflicto
armado. A su vez, este conflicto se dio fruto de la exclusión social y
política, la distribución desigual de las tierras, y la injusticia social.
A mediados de los años
sesenta, se formarán las dos guerrillas de izquierda más importantes hasta hoy:
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de
Liberación Nacional (ELN). Estas dos guerrillas juntas controlan hoy día
aproximadamente, con sus más de quince mil guerrilleros, la mitad de la
superficie de Colombia, de los cuales la mayoría están siendo financiados por
el narcotráfico.
Estos grupos insurgentes
fueron creados con el ideal de proteger los derechos de las personas más
vulnerables de la sociedad, proclamando ser “la voz del pueblo”. En la medida que el Estado no logra cumplir
con las necesidades del pueblo, legitima el derecho a la rebelión de los
ciudadanos que, siendo llevado a su punto máximo, explica el surgimiento de la
insurgencia.
En realidad son muchos
factores los que han contribuido en el drama humanitario que ha vivido Colombia
durante más de medio siglo. Al ver esto surge una incógnita: ¿Por qué ha perdurado el conflicto armado?
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